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Resiliencia contra el victimismo

¿Cuántas veces hemos madrugado para ir a trabajar y nos hemos preguntado si realmente lo que hacemos nos hace felices? 

¿Cuántas veces hemos acallado esa voz porque necesitamos pagar el alquiler o la hipoteca, o tan sólo cubrir nuestras necesidades básicas?

¿En qué momento nos damos cuenta de que la vida es algo más y que si no encontramos la respuesta a esa incógnita viviremos una VIDA SIN PROPÓSITO y nos sentiremos FRACASADOS?

 Pues eso me sucedió en Somalia…

Siendo ya Capitán, fui destinada a la misión de la UE en Somalia, donde dado mi perfil como oficial de Intendencia, me destinaron completamente sola a la capital de Kenia, Nairobi, desde donde viajaba aproximadamente una vez al mes a Mogadisho (Somalia), donde se encontraba el contingente de la misión. Y ello era así porque dada la peligrosidad de Somalia era inviable que mi puesto de responsable financiero de la misión se pudiera desempeñar en un país asolado por la guerra civil, donde los ataques terroristas de la rama yihadista de Al Sabah eran constantes. Como oficial de presupuestos y finanzas (Budget and Accounting Officer) tenía que realizar transacciones de grandes sumas de dinero en efectivo en los bancos locales. Ni Somalia tenía el sistema bancario ni las mínimas condiciones de seguridad para poder llevar a cabo estas funciones, así que la mayor parte de la misión la desempeñé en absoluta soledad en un pequeño apartamento de un completo residencial en Nairobi, sin más seguridad que mi sentido común. Fue una experiencia realmente dura que me hizo crecer como profesional y a madurar como persona y donde mi vulnerabilidad como mujer en un país profundamente machista se vio en serias dificultades en numerosas ocasiones. Por ejemplo, llamar a un Uber para desplazarme por la ciudad era una operación de riesgo que en dos ocasiones acabó teniéndome que bajarme del coche prácticamente en marcha: o el conductor se intentaba propasar o directamente me sacaba de la ciudad hacia zonas despobladas que nada tenían que ver con la dirección que le había dado. O me iba a violar o me iba a matar. Quizás ambas y por consecutivo. Por lo que al final tuve que hacerme de una red de confianza con dos conductores locales, Samuel y Peter, a los que llamaba cada vez que necesitaba moverme por Nairobi, porque no existe transporte público en la capital.

Ser blanca, mujer y estar sola en un país del África profunda nada tiene que ver con la imagen bucólica que se ha dado en muchas películas o con el maniqueísmo de los turistas que se creen que por ir una semana de safari concertado a Masai Mara “han hecho el viaje de su vida” y “África les ha cambiado la vida”.

Una vez al mes aproximadamente me tenía que desplazar a Mogadisho, capital de Somalia, para llevar el dinero en efectivo necesario para pagar los gastos del contingente, así como la liquidación de las facturas que se habían generado por compras a los proveedores locales. Para desplazarme a Mogadisho, tenía que coger un avión que parecía el Yak-42, aquel infame artefacto que el 26 mayo del 2003 quedó para la historia como la fecha de la mayor tragedia de las Fuerzas Armadas españolas en tiempos de paz. Aquel vetusto avión Yakovlev 42, fletado a través de una cadena de subcontratas por el Ministerio de Defensa de Federico Trillo, se estrelló cerca de su escala, Trebisonda, en la costa norte turca. De las 75 personas muertas en el siniestro, 62 eran militares españoles que provenían de Kabul. Pues en esa cafetera con alas volaba yo. 

Después del peligro latente que suponía mover dinero físico por las calles de Nairobi hasta llegar al aeropuerto rumbo a Mogadisho, aún quedaba lo peor del viaje. Para ser conscientes del peligro que suponía aterrizar en Mogadisho, nada más entrar en la Base se te equipaba con un chaleco anti fragmentos, un casco, un fusil y tu correspondiente pistola. Y con eso trabajabas todo el día. Para que luego me vengan a quejarse algunos funcionarios de las condiciones de salud e higiene en el trabajo o que no se puede trabajar a altas temperaturas. Aterrizar en Mogadisho era como meterse en la boca de un horno. Una enorme bofetada de aire caliente en torno a los 45 grados te golpeaba la cara y te hacía estar completamente sudada, deshidratada y agotada el resto del día. Y encima, trabajando con un peligro inminente de ser atacada en la base por los terroristas de Al Sabbah. Vamos, que de imagen idílica de África había bien poco…

Durante mi misión en Somalia comprobé cómo varios bancos con los que trabajaba estaban implicados en la aceptación de depósitos de fondos relacionados con casos de piratería marítima y secuestros de rehenes extranjeros. El dinero de los rescates se gastaba principalmente a nivel local y era la principal fuente de ingresos para la población. Estar integrada en una misión de la UE además presentaba la paradoja de que la nueva estrategia migratoria desplegada por Europa, que supone trabajar con países de origen o en tránsito, financia indirectamente a yihadistas. Y eso es así, porque estos países de origen, como Somalia, se financian fundamentalmente a través del terrorismo internacional. El plan europeo deja mucho dinero a regímenes que distan mucho de ser democráticos, con el objetivo de que hagan lo posible por cerrar esas autopistas del desierto para los traficantes de personas. De ese modo, la Unión Europea  financia indirectamente a milicias acusadas de genocidio en Darfur o Mogadisho, que actúan como agentes fronterizos para frenar esta ruta migratoria, mientras que a su vez, les adiestra militarmente en la gestión de flujos migratorios. Por lo que, directa o indirectamente, los ciudadanos europeos y, en general, los países occidentales, estamos financiando el tráfico de personas y sus redes mafiosas a través de los impuestos que pagamos para el sostenimiento de organismos como ONU, OTAN y, especialmente, UE. 

Nuestras opiniones

Javier Benavente
Javier BenaventeFilántropo social, premio YPO Global Impact 2021 Europa
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Me ha encantado conocerte. Ese ha sido uno de los grandes regalos que me ha dejado el 2023. Estoy impaciente por escuchar alguna de tus conferencia y ansioso de leer tu libro en cuanto lo publiques. Fuerte abrazo. Personas como tú hacen que la vida sea mejor. Gracias.
Dr. Julio Marcotegui Caminero
Dr. Julio Marcotegui CamineroMédico especialista en Anestesiología y reanimación
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Muy sabias palabras. Y un buen momento, por desgracia, para recordarlas.
Ramón Luis Gil Barriguete
Ramón Luis Gil BarrigueteExperto estructruras organizativas y procedimentales
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En estos tiempos de censura del pensamiento libre estas reflexiones son auténticas lecciones para quien desee ser como desee. Hay que apuntalar los valores personales y visibilizarlos para que nadie equivoque cómo somos.
Vicente Enguita
Vicente EnguitaDirector financiero y formador
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Yo creo que es probablemente el mejor post que he leído desde que estoy en esta red.
Cipri Quintas
Cipri QuintasEmpresario, escritor y conferenciante
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Gracias por tu ejemplo y tu trabajo. Gracias de corazón. Te admiro mucho.
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